Existen varias características que nos diferencias del resto de especies que fueron surgiendo y desarrollándose progresivamente. Las principales son la bipedestación, la encefalización y la dieta generalista.
Con la bipedestación, que es caminar sobre dos patas, lograron una posición erguida que les despejó el campo visual y permitió que tuvieran las manos libres, las cuales gracias al desarrollo del cerebro (encefalización), las pudo usar para elaborar herramientas, mejorar su técnica de caza y cocinar alimentos, con lo que ganaron mucha energía y tiempo.
Además, otro rasgo que nos caracteriza es que nuestro cerebro se desarrolla progresivamente durante la infancia, etapa que dedicamos al aprendizaje, entre lo que destaca el lenguaje, otra caracterísitca que diferencia a los seres humanos.
Estos rasgos se deben a la evolución, o proceso de hominización que tuvo lugar durante la prehistoria. Pero... ¿Seguimos evolucionando? ¿Dejamos alguna vez de hacerlo?
Algunas personas creen que dejamos de evolucionar debido al avance de la ciencia, que elimina la presión selectiva que permite que sobrevivan personas que tiempo atrás no lo habrían logrado, y la deriva genética que diluye cualquier posible novedad genética debido a la movilidad a nivel global que esos avances generan.
Sin embargo, por otro lado, otras posturas defienden que sí sigue evolucionando y que se debe en parte a esos avances científicos y tecnológicos, ya que el entorno actual favorece la reproducción de personas inteligentes sin depender de la fuerza física o de la salud.
Así pues, independientemente de si nuestra especie está evolucionando o no, lo que sí está claro es que gracias a los pasados avances de la prehistoria hemos llegado a ser como somos hoy en día.
Alba Revel
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